jueves, 29 de octubre de 2009

Querido recuerdo...


- ¿Recuerdas aquella noche? Sí, sí, esa noche en que nos sentamos en la puerta con las butacas aquellas tan cómodas y nos dedicamos a contemplar el cielo, mientras tú me recordabas el nombre de las constelaciones y sus magníficas historias e incluso me nombrabas el nombre de cada estrella. Yo, anonadada, me preguntaba cómo eras capaz de recordar todas aquellas cosas y de contar aquellas historias con tanta pasión que parecía estar viviéndolas cuando las escuchaba. Tu voz ronca y sosegada me tranquilizaba, me sentía protegida como si nada pudiera pasarme, solo porque tú estabas ahí. Entonces miraba al cielo y aquellas imágenes parecían moverse al son de tus palabras. Era estupendo, ¿lo recuerdas? No creo, fue una noche cualquiera, pero para mí fue mucho más. Es curioso, hay cosas que para cualquier persona son irrelevantes pero para mí son únicas, especiales e intensas. No lo entiendo, supongo que tú serías capaz de explicármelo, como eras capaz de explicarme que lo divertido de la vida no era saber reírse, eso lo sabe hacer cualquiera, sino saber sacar la parte alegre de todas las cosas. Tú siempre se la encontrabas, siempre llevabas esa sonrisa despreocupada y sincera. Esa sonrisa no escondía nada, si estabas triste no la llevabas y si estabas enfadado tampoco, pero eso eran las menos veces, en general tú siempre has sido una persona alegre a la que ha costado mucho enfadar. Y mira que lo intentaba ¿eh? Recuerdo cómo utilizaba lo que me enseñabas contra ti, para enfadarte y que me vinieras a hacer cosquillas y nos tiráramos sobre el sofá riendo a carcajadas. Siempre decías que para meterse con alguien no hay que insultarle, sino saber encontrar su punto débil y decirle las verdades a la cara. Sí, me has enseñado mucho y yo te enseñé a ti, reconócelo, te enseñé a ser más cariñoso y a hacer las cosas de la casa, eras un poco patético en eso la verdad. . Pero no me importaba, yo había decidido estar contigo porque te quería, no porque supieras planchar. Decías que era la más lista, y bueno, tengo un cociente intelectual por encima de la media sí, pero no era tan lista como tú, aún me quedaba mucho por aprender, por eso no entiendo por qué decidiste irte. No te escribo para hacerte recordar buenos momentos y que vuelvas, no intento hacerte chantaje emocional, ni voy a arrodillarme para pedirte que vuelvas, pero me gustaría saber qué te llevó a abandonarme. Nunca encontraré nadie como tú y aunque intento ver las cosas de forma objetiva no puedo cuando algo me cierra la garganta y me hace difícil respirar. Dicen que no vas a volver, pero yo aún no me lo creo. No creo que me hayas dejado sola precisamente ahora. Pero si es así, ese sitio debe ser estupendo para que no quieras volver con nosotros. Por esto te escribo, quiero saber de tu boca porque no quieres volver y si realmente te quieres quedar, yo iré contigo. Aunque no creo que mamá me deje, dice que soy muy pequeña y que la gente no va a ese sitio hasta que es mayor. Pues no me importa, ¿sabes? Estoy cansada de no poder hacer nada por tener solo 7 años. Abuelo, lo he decidido yo buscaré ese sitio que llaman cielo y viviré contigo siempre…

sábado, 10 de octubre de 2009

Aire...

-¿Cómo? ¿No lo ves? ¿No lo sientes?

-¿Qué tengo que sentir?

-El aire… es más ligero.

-¿Más ligero dices? Pues… a mí me parece que es igual de pesado que antes…

-No, no es igual. Ahora se puede respirar sin tanta dificultad, ahora el aire entra en mis pulmones y los hincha haciéndome sentir viva.

-Pues yo creo que sigue siendo el mismo aire contaminado de siempre, igual de difícil de respirar.

-No, no lo es. Por primera vez desde hace mucho tiempo, siento el aire ligero entrando en mis pulmones…

-¿Y no has pensado que quizá no sea el aire lo que ha cambiado?

-¿A qué te refieres?

-Me refiero a que antes no querías seguir respirando, antes te daba igual que el aire fuera líquido, sólido o gas, antes había algo oprimiéndote el pecho que te impedía respirar con normalidad, pero un par de frases de él han bastado para desenredar en nudo que te estaba ahogando…

-Puede que tengas razón, es posible que sea yo, o sea, algo dentro de mí, lo que ha cambiado… Es posible que, por alguna razón, ese algo que me oprimía las entrañas y me asfixiaba lentamente haya empezado a desaparecer… Sea como fuere, ahora empiezo a respirar, y solo quiero disfrutar del aire…

Y allí, en la más oscura soledad, cerré los ojos y lo vi, su mirada, su sonrisa, su esperanza…

En una estrella...

Miro al cielo. Ahí, en lo amplio del universo, en la infinidad de las estrellas, en la tranquilidad de la soledad, debería ver esperanza…

Solo mis sollozos rompían el silencio de la noche… Eso era antes, hace unas horas, ahora, ni siquiera tengo fuerzas para llorar. Ya no me quedan más lágrimas… seguiré torturándome. Sí, sé que no sirve para nada, ya nada va a cambiar lo ocurrido, pero necesito castigarme, es la única forma que tengo de aliviar mi culpa.

A veces los gestos más simples, los que más insignificantes parecen son los que te ayudan a recobrar la esperanza. Un cuadro “este cuadro representa lo que tú eres” te dicen “eres un fuerte barco en medio de una cruel y oscura tormenta que es capaz de descubrir que tras él se vislumbra ese rayo de luz solar que te recuerda la calma que a esa horrible tormenta le precede”. Quizá esas no fueran sus palabras exactas, pero sí el mensaje que a mí me transmitió.

Ahora me toca a mí, ahora soy yo la que debe transmitir ese mensaje.

Mírate. Sigues vivo, sigues entero, sigues en pie, sigues adelante… Qué coraje. Tú, mejor que nadie, sabes lo fuerte que has llegado a ser y lo fuerte que eres, y si no lo sabes, ya te lo digo yo. A veces, las personas que siempre han tenido que ser fuertes por ellos y por todos, sienten que las fuerzas le flaquean, sienten que no podrán con todo eternamente y necesitan un empujoncito. No te sientas débil y pequeñito por ello. Eso solo debe recordarte que eres humano y aún mejor, sigues vivo. Cuando veas que las fuerzas te fallan que quizá no puedas con todo, mira al cielo. ¿Ves cada una de esas estrellas? Son tu guía, nunca te abandonan pero nunca se quedan, escuchan y si pones atención también te hablan, ¿las ves? Pues bien, allí, escondida tras alguna de ellas, se encuentra el alma de alguien que quiere protegerte, que nunca te abandonará, como las estrellas, que siempre te escuchara y si pones atención también te hablará. Allí, tras alguna de esas estrellas, se esconde el alma de alguien que te quiere y siempre te querrá…

P.D.: Gracias a todos por vuestros gestos, especialmente al artista...

sábado, 3 de octubre de 2009

Almas perdidas...

Tumbada en el sofá, con el portátil en las rodillas y la ventana a mi derecha. Sí, es de noche, pero de qué me sirve una noche si no puedo verla.

Cansada… vago como ausente por el mundo, como esas almas perdidas que no tienen otra cosa que hacer. Lo hacen porque tienen que hacerlo, porque es eso o nada, lo hacen porque es lo que se supone que hay que hacer, pero nada más. Vago, sin rumbo, sin saber a donde ir, total, ¿qué importa? La meta es lo de menos, lo importante es el camino a seguir. Ahora ando, pero no camino. Porque para mí, no es lo mismo. Llamo caminar a andar por la senda sintiendo cada uno de sus recónditos detalles, llamo caminar a nota que a cada paso estas mas cerca de una nueva parte del camino, llamo caminar a notar la caricia del viento, el suave crepitar de las hojas, el melodioso cantar de los pájaros, la mágica imagen de cada nuevo paisaje… a eso llamo caminar. Solía hacerlo, solía hacerlo muy a menudo porque nunca me a importado cual fuera mi destino, siempre he deseado disfrutar de cada paso, de cada imagen, de cada momento… Pero ahora ¿de qué sirve? Ahora la brisa me parece fría y hastía, el crepitar de las hojas un ruido molesto, el cantar de los pájaros un murmullo lejano, cada imagen nueva es solo una imagen más… ya nada me transmite alegría, ya nada me transmite tranquilidad. En cada paso, cada imagen, cada sonido, veo mi cruel realidad grabada a fuego teñida de sangre. No puedo apartarlo de mi mente, me acompaña allá a donde voy. No, ahora no camino, solo ando hacia ningún lugar, sin camino, sin esperanza, sin vida… solo lo hago porque sé que es lo que hay que hacer, pero nada más…

jueves, 24 de septiembre de 2009

Lonely night...

Cierro los ojos… intento, con toda mi alma, eliminar de mi mente los pensamientos que la recorren. Pero no es sencillo...

El día acaba como otro día más, y como otro día más, tomo el ordenador y dejo fluir mis dedos sobre el teclado. Nada nuevo relevante ha ocurrido hoy. Es la misma rutina de siempre, el instituto, la tarde de estudio y el fin del día para reflexionar sobre los acontecimientos. La noche es mi más leal compañera, ella nunca me abandona. Cada día acude fiel a su cita. Por eso, me siento a gusto y relajada con ella. Se que no desaparecerá de golpe, no tiene prisa… Me avisa poco a poco cuando tiene que marcharse y me invita a despedirla, para que juntas contemplemos un espectáculo extraordinario, hasta que, sin más remedio, acabe desapareciendo. La noche me aleja de los flujos interminables de clones que inundan nuestras calles en nuestros días… Guarda mis secretos inexcusablemente, sin importarle lo terribles que estos sean. La noche me ayuda a ocultarme del ruido, la preocupación y la histeria del día, y también, de mí misma… Caminar pensativa bajo la bella Casiopea recordando su trágica historia y aspirar el agradable aroma de la noche solitaria, me transmitía esa paz que tanto añoro…

Esta noche he vuelto a mirar al cielo. Esta noche vuelvo a preguntarme donde quedó el frío aroma de la soledad, el dulce silencio de la inactividad humana, la hermosa oscuridad que permitía contemplar el eterno manto estrellado que cubre nuestras cabezas… Esta noche vuelvo a preguntarme por qué me separasteis de ella, de la noche, de las estrellas…

domingo, 20 de septiembre de 2009

Cuando el mercurio se separa...

Yo siempre me había considerado una niña alegre y no me gustaba sentirme débil ante nadie. Pero todo mi mundo cayó de pronto en una era de destrucción de la que no sabía salir. Poco a poco, me fui convirtiendo, igual que esos chicos a los que llaman emos, en una niña encerrada en sí misma. Mi cara ya no irradiaba esa alegría que tanto me caracterizaba, ahora era fría como una larga tarde de invierno. No sabía como era posible, que existiera tanta maldad en el mundo, no entendía como alguien que ponía tanta pasión en hacer las cosas era capaz de hacer algo tan despreciable. Fue como si de repente yo fuera una simple ciudadana de a pie, y un político corrupto hubiera decidido que me tocaba ser extorsionada.

Y ahora, sentada en mi diván con la vieja pluma de mi padre y mi cuaderno de lamentos en la mano, planeo la forma de saciar mi sed de venganza. Sí, se que eso no me devolverá a mi madre, que nunca volveré a escuchar sus historias de media noche, que nunca me volverá a aconsejar sobre esa clase de hombre que no me conviene y que jamás volverá a acariciarme con aquella ternura con la que solía hacerlo cuando me dormía acostada encima de ella mientras juntas veíamos la televisión. Sí, lo se, pero no puedo esperar a que el dolor de mi corazón simplemente desaparezca, porque nunca lo hará y por más absurdo que considere el hecho de la venganza, aquel momento en que mi madre me escondió en el armario, intentando que aquel… diré “hombre”, aunque no sea esa la palabra que se me viene a la cabeza cuando vuelvo a pensar en el que decía amar a mi madre, no consiguiera encontrarme, y aquella imagen tras una pequeña rendija de la puerta del armario, donde mi madre forcejeaba con el agresor y, finalmente, el sonido de aquel disparo que aún retumba en mis oídos cada vez que lo recuerdo mientras el cuerpo sin vida de mi madre cae lentamente al suelo, cambió por completo mi concepción de lo absurdo. De hecho, creo que a partir de aquel momento, cambió por completo para mí mi concepción del mundo, de las personas y, por supuesto, de la vida.

Bajo la lluvia...

El día empieza a tornarse gris. Sabes que lloverá, es evidente, pero deseas quedarte donde estas, porque sabes que irte en ese momento supone dejar atrás un momento inolvidable con gente inolvidable. El único problema que acarrea la lluvia es el después de que esta te empape. Pero en el momento en que tienes que echar a correr para buscar refugio, el después es lo último que te preocupa. Caminando a paso ligero bajo un mar de sensaciones con la ropa empapada y el frío empezando a calarte los huesos, buscas la forma de que aquel oscuro día se convierta en una agradable velada. Empiezo a cantar. Cantar alegrar cualquier momento, por amargo que parezca. “I was singing in the rain.”

Siempre había querido hacerlo. Cantar bajo la lluvia. Estás exhausto, empapado, helado y algo confuso. Nunca lo he entendido, pero los días de lluvia siempre me confunden. Hacen que en mi interior florezcan sentimientos contradictorios y que me plantee cosas que hasta entonces no me había planteado. A pesar de todo, te sientes feliz. El por qué es algo difícil de explicar, ya digo que es confuso. Es una sensación extraña. Sientes que a pesar del frío y el cansancio es un día perfecto. Una experiencia única…

Primer zarpazo...

Hola mininos!!
Bienvenidos a mi humilde guarida.
Permitid que me presente. Soy una gata callejera enamorada de la noche. Gran parte de mi personalidad se a forjado gracias a las experiencias que vivir en la calle te permite disfrutar, en algunos casos, y en otros, padecer. La soledad de las calles nocturnas de la ciudad ha hecho de mi un animal hábil, independiente y algo más arisco de la cuenta. Sin embargo, esa misma soledad hace extrañar un poco de calor humano de vez en cuando... Vago por las calles en busca de problemas que resolver e injusticias que enmendar... Si quieres ayudarme hazlo, pero no me tengas lástima, entorpecerás mi camino...
Dicho esto, espero que os detengais a leer lo que vengo a contaros y haceros ronronear...
Un gran lametón para todos...