sábado, 14 de agosto de 2010

¿Quien dijo miedo...?

Y una estrella aparece en el cielo y océanos se abren ante ella.
No hay nada. Tantos años de esfuerzos y sacrificios para únicamente seguir luchando. El dolor del tiempo y el cansancio del peso dejan fatigada el alma. No es solo que no sepa qué le depara el futuro, ese futuro por el que tanto ha luchado y que tanto ha soñado, es que su presente se entrubia con estrepitosa rapidez. "Depresión" ultimamente solo escucha esa palabra, un familiar, un amigo, un conocido... todo el mundo anda agotado por la desesperación de no tener en qué apoyarse o no saber hacerlo. "Culpa" es la otra palabra que la atormentea sin escapatoria y lo peor es que nunca quiso dañar a nadie, todo lo hizo por tratar de mejorar.
Dolor, cansancio, depresión, culpa... ¡y una mierda!
La cabeza en alto y los puños fuera, que la lucha aún no acaba.
- Temed malditos Pericos, temed porque aún sigo en pie. - Sus ojos relucen de fuerza, su sonrisa vuelve a brillar pero ahora esconde un ligero gesto de furia imparable, su pelo vuelve a lucir ante la brisa de aquel amargo verano. - Si esta vida es un rato, dejaremos un rastro a nuestro paso. Pasemos por ella exprimiendo cada gota, empapémonos de su jugo y saboreemos su agradable dulzura. Si esta vida son dos días yo no pienso desaprovecharla con lamentos innecesarios, no pienso dejar que aquellas palabras que la desgastan y la enturbian destrocen los días que me quedan, ¡y que le den a Perico!, porque mi vida es mía. Si la esperanza no llama a mi puerta y me espera con los brazos abiertos, seré yo quien la saque de su escondrijo aunque sea a la fuerza, que ahora soy yo quien tira de este carro y no quien se deja arrastrar como si el camino no fuera conmigo.