jueves, 1 de septiembre de 2011

Palabras ausentes

Y entre tinieblas se te planta el terrible desafío del que levanta la voz y no escucha. Con la ahogada costumbre de la siempre respetuosa niña buena que espera su turno. Con la voz rasgada y las piernas inquietas. Con la sensible sonrisa quebrada de quien abandona un tesoro frente a un mar de dudas. Con la esperanza de sentir que el regreso es inminente aunque sabes que te mientes.
Y vuelves a las andadas de quien empieza a andar y no sabe. De quien tropieza sin remedio y se levanta sin sueños. Del que retorna con debiles esperanzas de continuar, sin reparos a que descarados acontecimientos te retengan. Del que escribe con palabras ausentes que sienten que no estás y después se vuelven a mirar si has vuelto a recordar lo que un día fuiste. Pero no, lo que fue quedó atrás, y esperas, con la desesperanza del que no consigue mas que un “hasta nunca” de un después que ya se fue. 
Hasta el día en que la lluvia empapa la siniestra sensación del desasosiego con la sinrazón del que abandona un desvelado suspiro en una noche desestrellada.